miércoles, 14 de diciembre de 2011

EFEMERIDES AÑO 2009: LA REHABILITACIÓN DE SALVA


Efeméride ocurrida en diciembre de 2009, pero para entenderla, tenemos que rebobinar varios años atrás, en concreto hasta 2007.

Eran tiempos felices en la vida de Wanchope y de Alvar Pirata, su vida se había tornado en legendaria y cada día escenificaban una nueva muestra más de ello. Por entonces entre ellos dos se repartían la gloria de los Premios W, las victorias parciales (como el mítico espectáculo en Clunia que rememoraremos en su momento) así como también las bonificaciones femeninas. Tiempos de juventud llevados a su máximo exponente.

Era primavera, una época siempre marcada por las historias de sangre alterada, y nuestros protagonistas se hicieron íntimos amigos de Salva.

¿Qué quién era Salva? Y por favor, recordémosle como Salva, que su indignación cuando escuchaba el nombre de Salvador se volvía insoportable. Salva era el típico “Cojo Manteca” de Burgos, un heavy-punky enclaustrado desde hace años en el duro mundo de la drogadicción, muchas veces acompañado por sus encarcelamientos mensuales.

Este buen hombre empezó a compartir, noches, tardes, y días con Wanchope y Alvar. Normalmente los días seguían el mismo guión, beber en el rió, decir barbaridades a todas las mozas que pasasen e ir en la mayor de las miserias a llanear.

Eran llaneos extraños, muy distintos a los habituales, puesto que a Salva no le dejaban entrar en ningún bar. Eso, a nuestro particular “Cojo Manteca” nunca le importo, famosa era en todo Burgos su mochila, que la ayudaba en las horas muertas en las que Alvar y Wanchope desaparecían. Cual Pocholo, su mochila siempre iba provista de varios cartones de vino, salchichas de microondas (que él siempre comía crudas) y unas croquetas congeladas, que, como comprenderéis, nunca estaban congeladas.

Los finales de las noches siempre eran los mismos, Salva pegando gritos con su inconfundible voz a diestro y siniestro, y Alvar y Wanchope intentando controlar que no fuese la ultima noche de Salva.

Nuestro amigo, nunca iba a bernardas, probablemente debido, a que su casa se encontraba de camino y prefería quedarse allí. Alguna noche, nuestros protagonistas entraron en su casa, siempre prometiéndose que jamás volverían allí por el miedo a las agujas tiradas por el suelo.

Alvar y Wanchope lo pasaban bien con Salva, pero quizás, el hecho de que quedasen con él a diario, se debía a la lastima que sufrían por él. Salva lloraba a diario, recordando sus días pasados en la cárcel y otras circunstancias ancestrales de su añorada vida pasada.

Hasta, que de un día para otro, desapareció. Cual Fodu, muchos juraban haberle visto en alguna ocasión, pero nadie se atrevía afirmar rotundamente que era Salva a quien habían visto en realidad. Hasta 2 años y medio después, el asunto no se esclareció.

Y llegamos a diciembre de 2009, Wanchope se encontraba en clase, embelesando a las profesoras con su providencial labia y bebiendo de su petaca cuando se escucho:

“Todos al salón de actos, que tenemos charla”

No era nada especial, solía haber varias al mes. Wanchope le toco sentarse delante, en segunda fila, justo detrás de los profesores y de los que darían la charla. Aquello comenzó con inmigrantes contando sus viajes en patera y como les había ido desde entonces aquí, dando las gracias a una organización que era la que organizaba la charla. Pero Wanchope no paraba de fijarse, que justo la persona de delante no paraba de darse la vuelta y mirarle, a lo cual, no dio más importancia en su momento.

Pasados 20 minutos, la persona de delante de Wanchope se levanto, fue hacia el centro, y comenzó hablar. Fue en ese instante cuando vio una mochila que le era muy familiar, y escucho que el que se acaba de levantar respondía al nombre de Salvador. Las piezas comenzaron a encajar cuando Salvador comenzó su intervención, mientras miraba sin parar, única y exclusivamente a Wanchope.

“Hola, muy buenas, me llamo Salvador, y gracias a esta fundación he conseguido salir de todos mis problemas de alcoholismo y drogadicción”

La frustración de Wanchope por el amigo perdido estaba llegando a su momento culminante mientras, Salva, el antiguo “Cojo Manteca” de Burgos continuaba.

“Muchos, me conocéis de haber hecho el ganso por ahí, pero ya no soy ese. Llevo 2 años y medio sin probar gota de alcohol, el ultimo día que bebí, por culpa de las malas compañías, lo entendí todo…”

Y entonces, contó la última noche que había estado con Alvar y Wanchope, una noche que no había sido de una manera especial distinta a las demás pero que a Salva le había hecho cambiar de parecer. Wanchope, en ese momento no pudo aguantar más y tuvo que salir del salón de actos, llamo a Alvar e inmediatamente se lo comento:

“Alvar, somos las peores personas del mundo, hemos metido a un amigo en el peor de los pozos, se ha convertido en abstemio…”

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