martes, 7 de febrero de 2012

EFEMERIDES 1996: EL MONAGUILLO WANCHOPE


La nostalgia se apodera de todos nosotros por leves momentos, y eso nos hace recordar historias muy lejanas de los protagonistas de los Premios W. Tan lejanas que seguro que ninguno de ellos, en la primavera de 1996 se atrevería a pensar que algún día tuviese tal dominio sobre la noche.

Wanchope Arisco era un fiel monaguillo en la parroquia de su barrio, esperaba con ansia el gran momento de su celebración de la comunión, en la que poder increpar a los payasos que le atemorizaron un año antes en la comunión de su hermano, pero toda esa malicia acumulada esperaba guardarla para ese momento, no antes, al saludar a todos los familiares agolpados en la iglesia, ni mucho menos durante la celebración de la santa eucaristía.

Habían sido meses de preparación dominical para que nada se escapase de lo acordado con las monjitas, que eran encargadas de dar los cursos preparatorios para tan esperado día en el seno de los religiosos de corazón, como era el caso de Wanchope.

Todas las frases estaban aprendidas al dedillo, la posición en la que colocarse estaba pintada en el suelo, nada podía fallar, ninguno de los 12 niños engalanados ese día con el santo sacramento de Dios padre omnipotente seria capaz de hacer nada que pusiese en peligro la rutina celestial con la que habían sido educados, pero todo estaba a punto de cambiar. Era la hora de que el pequeño Wanchope saliese a la palestra, a dar las bendiciones al mundo que le habían mandado.

Comenzó su alegato convencido, con la mirada al frente y una confianza en si mismo que se palpaba en su impoluto traje de marinero:

"Por la santa Iglesia, para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo.

Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz.

Para que sepamos amar a nuestras esposas como Cristo ama a su Iglesia, este siempre atento a honrarla y sea su alegría y su ayuda.”

Todo había salido perfecto, así que Wanchope sacando pecho debido al deber cumplido, cerro el comunicado religioso con una frase muy clásica en el templo del señor:

“¡DROGUEMOS AL SEÑOR!”

La iglesia en ese momento se lleno de murmullos, risas, e incluso alguna lagrima por la blasfemia escuchada. La risita picarona del imberbe Wanchope se diluyo cuando el cura le saco del atril.

Aquel, fue un gran comienzo en la larga historia de tumultos creados por Wanchope, que ese día, no hicieron mas que comenzar ahí, ya que después consiguió su objetivo. Hacer la vida imposible a los payasos que debían amenizar la velada en la que Wanchope era el gran protagonista y lo acabaron siendo los payasos ya que salieron llorando del lugar debido a las terribles atrocidades con las que Wanchope mostro su mas dura venganza.

2 comentarios:

  1. Desde aquel día, tu santo padre, Wanchope, ha de meterse toda xa poder seguir tu titmo y velar porque no acabes en la caja...esa frase fue la premonición de lo que iva a suceder en adelante.
    Aleluya!!

    ResponderEliminar