Totalmente desconocido en el ámbito general de los Premios
W, incluso para El Consejo de Románticos. Es de esos personajes, que solo por
una acción en su vida, se ganan un sitio en el corazón de estos premios.
El año pasado consiguió quedar en un dignísimo 29º lugar,
algo que podía presagiar una escalada aun mayor en este 2012, pero eso no ha
ocurrido. Probablemente la única forma en la que pueda sumar El Señor Pera, es
si alguno de los participantes de los Premios W, vayan a visitarle a su lugar
de residencia (rumores apuntan a que comparte habitación con Joselito). Os lo
explicamos.
El Señor Pera era un madrileño amante de la noche y de las
sanciones de la UBI, un Pablo Noche de la vida, una persona como mil más. En
sus ratos libres, traficaba con sustancias dopantes, por entonces, no era
conocido en Burgos, la sede de esta ilustrísima competición.
Hasta que un buen día, de buenas a primeras, un familiar de
los hijos de Vilchón, conto su verdadera historia.
El Señor Pera, se encontraba en una fiesta, con los
bolsillos cargados de veneno que vender para llenar su cartera. Hasta que hizo
aparición en la noche un invitado inesperado, la UBI, convertida en policía en
este caso, para realizar controles. No controles de sangre ni de orina, si no
controles de traficantes, por lo que se vio obligado ha devorar todas las
sustancias psicotrópicas a toda velocidad, en clara muestra de delirio
absoluto.
Cierto es que la demencia llego después, ya que El Señor
Pera nunca volvió a ser el mismo. Esa mañana, al levantarse, desayuno una pera
y ahí se quedo, estancado en ese único momento de su vida, con la mirada
perdida y los ojos en blanco. Desde aquella mañana piensa que él también es una
pera.
Hoy, podemos verle en psiquiátricos, de 6 a 8 de la tarde de
martes a jueves. Con la habitación 112 pintada como si fuese un bosque con
arboles y él siempre vestido de verde.
Desde primavera a otoño se le ve agazapado, las 24 horas del día, en la
pared, al lado del árbol pintado. A partir de otoño, pasa las horas en el
suelo, cual hoja caduca.
Tiene instinto de fruta, al igual que cuando era persona y
sabía hablar, que también vendía “fruta” cual frutero. A lo que nos referimos,
es que se esconde debajo de la cama que nunca usa, cuando escucha pasar por el
pasillo a agricultores, vegetaríamos o a Vulkete, amantes en definitiva de la
fruta.
Intentaremos que próximas visitas a su residencia le hagan
conseguir puntos W para poder subir este año de los últimos puestos en los que
se ha acomodado.
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