A estas alturas la mayoría de seguidores de los Premios W
ya conocen sobradamente a Robertazar, uno de los favoritos ineludibles cada año
y también, uno de los mas queridos por la afición. Así, que no creemos que sea
de extrañar la historia que vamos a narrar a continuación.
Robertazar lleva años fijando una de sus múltiples
residencias en Madrid, si bien, solo durante los 5 funestos días de entre
semana, ya que los fines de semana suele
atacar a la suma en diversos parajes de nuestra orografía. Por entonces,
Robertazar era un ser feliz, con su trabajo de chico de los recados, viviendo
en el mismo centro de Chueca, y por encima de todo, compartiendo piso y cama
con su amigo, su hermano, su socio, su colega, su gran amor platónico, Jairo
Flamenko.
Solían disfrutar de esa felicidad con constantes noches de
fiesta y poderosas resacas laborales, y es, una de esas noches la que nos
incumbe hoy.
Pese a estar en Madrid, las patadas de Flamenko eran también
allí una constante, y en una de esas noches en las que le dejo solo, Robertazar
se paro a pensar entre lagrimas que el amor que sentía por Jairo Flamenko igual
no era compartido. Así que decidió calmar sus ansias sexuales y su libido
desatado haciendo algo que también se le da muy bien, ir de putas.
Vislumbro las opciones que a esas altas horas quedaban pero
no encontró lo que buscaba en la calle montera. Lo que buscaba obviamente era
un travelo, pero se tuvo que conformar con facturar con una amable chinqueta
que le ofreció subir a uno de los pisos francos que pueblan la zona.
Allí todo ocurrió deprisa, y Robertazar salió con el
objetivo cumplido, pilonear, y además la metió en caliente, cosa que no le ocurría
desde hacia meses. Hasta que bajo a la calle, y contemplo sus bolsos vacíos, no
por el dinero gastado en la facturación, si no porque la señorita de prepago le
había robado el móvil, un Iphone de ultima generación con el que Robertazar se
tocaba en el baño. Ante tal desfachatez por parte de la trabajadora de la
calle, nuestro protagonista decidió subir a recuperar lo perdido, con tan mala
suerte que estaba el chulo esperándole. Entonces, al rey de los piloneros no le
quedo más remedio que huir nuevamente bañado en lágrimas.
El nivel de alcohol y la tristeza era tal que Robertazar
decidio irse a casa, cogió el metro, y pensó (mientras miraba a otra prostituta
que tenia en frente) en todas sus perdidas a lo largo de su vida. Dientes,
saxofones, virginidad anal, 12 llaves de casa… No entendía porque todo le
pasaba a él, hasta que se durmió.
Al despertar salió del metro y fue rumbo a casa, nuevamente
una sensación de vacío en sus bolsillos le invadía, no la dio mas importancia,
no quiso saber mas. Pero al ir abrir la puerta de casa, comprobó con estupor
que la cartera también le faltaba, todo su dinero, su tarjeta de socio de
Malvinas y las fotos de las vacaciones con Flamenko en Praga, todo había desaparecido,
¡todo había sido robado por otra prostituta, la del metro!
Poco mas podemos añadir a esta triste historia, con ella, no
queremos llevaros a pensar que el facturar sea malo, ni mucho menos. Solo
queremos poneros en conocimiento para cada
vez que habléis con Robertazar y penséis que es alguien especial. Así, comprenderéis
que no solo es especial, también es un poco tonto.
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