Gracias a un golpe de suerte, Wanchope se encontró con
Silvia, y la tienda se encontraba muy lejos, nadie sabe si sin ese momento de
encuentro casual, Wanchope seguiría aun en Getafe. También fue causa de que no encontrase la tienda el que él pensaba que
era de distinto color, lo que es una clara muestra del estado de embriaguez que
poseía a la hora de montarla.
En el coche se repartieron las cosas mientras las voces y
los piropos a todas las féminas no cesaban. La demencia seguía siendo tal, que Wanchope,
con su bolsa de ropa y la comida de todos, desapareció sin volver a encontrar
la tienda.
El peso era excesivo, sobre todo a las latitudes a las que
se encontraba, así que paro en la tienda de un grupo de chicas. Las chicas, de
Jaén, ofrecían una nueva imagen del mundo a Wanchope, muy particular,
básicamente era porque no las entendía una puta mierda y ellas a él tampoco,
aunque probablemente por distintos motivos.
Con ellas continuo bebiendo toda la tarde, ya engalanado con
su mejor traje, el de oso panda. Se dio cuenta de que una de las chicas tenía
claros problemas con la zoofilia, sobre todo con la pandafilia y casi con la
necrozoofilia, puesto que Wanchope volvía a estar en un momento de demencia
extrema.
Pese a que la chica tenia hermano y el señor Arisco no se había
ganado la simpatía de este, se quedo con ella en la tienda mientras los demás
se iban a uno de los muchos e innecesarios conciertos. No solo había un animal
en la tienda, nos referimos al oso panda, también había un gran manatí que
había estado enjaulado meses de abstinencia sexual, y derrocho toda su rabia
guardada. La explosión de movimientos
fue tal, que tuvo que ser calmada algún instante por Wanchope, que se veía
preso en esa vorágine zoofilica. Sobre todo, una vez que la chica le quito el
disfraz entero, algo que no comprendió Wanchope, pues el disfraz tiene un
agujero hecho para tales ocasiones.
Cuando todo aquello acabo, abandono al manatí
invernando en su caverna y se dirigió a las duchas. Era de noche, y las duchas
estaban prácticamente vacías debido a que la gente estaba en los conciertos, y
él les había olvidado. También se dio cuenta de que había olvidado la comida y
la bebida de su tropa, no así su alcohol, complementos y ropa.
Poco le importo, se dio cuenta de que las pocas personas que
había en la ducha solo eran féminas, así que realizo la jugada del hombre desnudo
por las duchas, ya que eran mixtas, en busca de geles o cualquier otra escusa
para realizar una nueva sumatoria. Pese a las risas y la complicidad no volvió
a bonificar. Así que una vez limpio, desposeído del aroma animal, salió en
busca de nadie sabe que.
Eran sobre las 4 de la mañana, y Wanchope no barajo la idea
de ir a los conciertos, así que continuo dando vueltas por la acampada y
sentándose con todas aquellas chicas que veía. Poco aporto esa noche. Hasta que
en un nuevo momento de ciencia ficción, encontró la tienda. En ese momento ni
estaba pensando en ella, pero incomprensiblemente apareció, pese a que la
oscuridad era absoluta, y no por el mal de altura en esta ocasión, puesto que
el cansancio ganaba a la bodega.
A las 6 llegaron los compañeros de viaje, que ese día le
ganaron la etapa. Al despertarse, Wanchope vio que la recuperación era total y
que el mañaneo le esperaba. Volvió a engalanarse de panda, y fue a dar dianas.
Wanchope recuerda este momento como el más feliz de su
estancia. Las dianas fueron bíblicas, metiéndose en todas las tiendas, con
cantos gregorianos y otros muchos otros que animaban a la gente a salir a ver
lo que allí estaba pasando. Era un panda, un jodido oso panda que a las 8 de la
mañana contaba con un nutrido grupo de apóstoles que le seguían, grababan, y
por supuesto entregaban cantidades ingentes de ron para su fino paladar.
Al igual que fino paladar, tenia fino palique, nunca se ha
visto una cosa igual, parecía que las conversaciones las creaba él, cada vez
había más apóstoles e incluso alguna feligresa también empezaba a seguirle. Las
increpaciones solo encontraban risas y más risas, las feligresas se agolpaban
en busca de la carne de dios, su dios en ese momento. Hasta que llegaron las 10
y Wanchope se dio cuenta de que había una rave esperándole y hecho a correr.
A la rave le siguieron dos apóstoles nada más, para sorpresa
de Wanchope, que creía haber heredado otro tipo de rapidez de Usain Bolt y
pensaba haber soltado a todos. En la rave los apóstoles se dieron cuenta de con
quien estaban tratando, ya que la cantidad de gente que le saludaba sorprendía
hasta al propio Wanchope. Incluso varios le volvieron a pedir ketamina y le
contaron algunas historias que se había olvidado del día anterior. También,
los habitantes de la rave, ninguno con pulsera para entrar a los
conciertos, continuaron flipando, al ver
que los disfraces del dios zapatillero por excelencia no tenían fin. Puesto que
apareció de oso panda, pero se lo quito por temor a los perros sidosos
envidiosos del cariño que recibe ese animal, y apareció con una mascara de
Scream.
Después de volver a cerrar la rave, y con una bodega de no
mas de 7500 metros, volvió cual persona responsable a comer a su tienda, podía
volver, con la cabeza alta, había encontrado también la tienda del manatí y con
ello la comida de sus compañeros. Incluso, cogió prestadas una botella de ron y
otra de orujo por si acaso faltaba algo.
Esa comida fue lo único que injirió en todo el festival, pero
dado que era la última noche, no quiso dejar nada al azar ante una temible
pájara. Lo bueno de la comida, más que rencontrarse con sus compañeros de
viaje, fue rencontrarse también con su ron. Lo que hizo que una hora después
volviese a vislumbrar la cima.
La historia parece hacerse mas larga de lo que duro en la
vida real. Esta ha sido la parte por hoy, próximamente, la tercera y ultima.
¿Saldra vivo Wanchope?
menudo acicate!!!
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