Una nueva efeméride nos atañe hoy, antigua y entrañable como
la que más. De hecho, podríamos abrir con ella una nueva sección, dedicada a
como se conocieron los participantes de estos inauditos premios, pero no va a ser
el caso.
Como veis en el titulo, lo que os vamos a contar ocurrió en
el lejanísimo 2002, año en el que ni mucho menos estos seres eran dioses del
alcohol. Los protagonistas fueron Yudegas, Robertazar y Wanchope. Empezamos.
Los 3 pasaban sus días entre clases escolares,
mandrileamientos y una fiebre demente por el ciclismo, ya que competían más mal
que bien en ese deporte. Yudegas y Wanchope, pese a no compartir edad, si
compartían equipo, por lo que ya se conocían de años anteriores. Aunque ninguno
de los dos hubiese jamás imaginado lo que estaban a punto de presenciar.
Era un frío fin de semana en Aranda de Duero, de
convivencias deportivas entre los distintos clubs palentinos, vallisoletanos,
segovianos…. Y por supuesto burgaleses. Todos convivían en una misma
habitación, plagada de literas, hasta 50 se podían contar. Por tanto cualquier
movimiento era rápidamente conocido por todos.
Por aquellos tiempos estaban en pleno conocimiento del cuerpo, pero la ausencia de
féminas convertía cualquier intento en imposible. Así que todo el conocimiento
que hicieron fue del hígado, bebiendo las pocas cervezas que Wanchope había
escondido en su maleta.
Al volver Yudegas y Wanchope de uno de los viajes en
búsqueda de más cervezas por el pueblo, se encontraron una atroz escena que
nunca olvidarán.
Pudieron observar como el grupo de mirandeses rodeaban dos
de las literas, con gritos de ánimo y miradas exaltadas. Yudegas y Wanchope no
le dieron más importancia, hasta que pudieron escuchar alguna de las
conversaciones:
-“¡Pasa de pagina coño, que esa tía ya me aburre!”
-“¿Robertazar, me ayudas?”
O la no menos flagrante:
-“¡¡Rápido, rápido!! ¡¡El papel ostia!!”
Entonces pudieron comprender que Robertazar junto con un
compañero se estaba mandrileando viendo
la Maxi tuning en presencia de todo su equipo, con competición incluida por ver quien acababa antes. Al instante Yudegas y Wanchope corrieron como nunca, como si
hubiese vuelto abrir el Verbatin o como si de una noticia de embarazo se
tratase. En definitiva, huyeron hasta Burgos no queriendo saber nada más de lo
allí acontecido.
Estuvieron meses pensando que el mote por entonces de
Robertazar, que no era otro que “Corti”, se refería al ínfimo congrio que casi
no alcanzaba a la vista, y que lucia orgulloso el ganador de 2012. Más tarde se
comprobó que venia a consecuencia de su famoso apellido.
Poco más se puede añadir de esta triste historia infantil,
nadie imaginaria que 11 años después, estos 3 mismos protagonistas se hubiesen
hecho compañeros de botellón, rivales y por encima de todo, amigos que
comparten actualmente pódium en 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario