miércoles, 19 de junio de 2013

EFEMERIDES 2009: HISTORIA DE UN AMOR

El comando que asalto Soria en 2009 con Wanchope en el centro.
Ahora que llegan las esperadísimas e inclasificables fiestas de Soria, ha llegado el preciado momento de recordar cual fue la primera vez que algún participante de los Premios W llegó a ellas.

El que allí se batió el cobre por primera vez no fue otro que Wanchope Arisco, y el titulo de esta efeméride no da pie a ningún rumor de Liga del Amor, solo se refiere al amor incondicional que procesa sobre esa semana de San Juan nuestro protagonista desde entonces. Denominaremos este amor, como Soriasis.

Aquel año la visita a Soria se tornaba poco menos que extraña, ya que solo Wanchope llegaba a esas desconocidas fiestas como participante de tronío de estos Premios. Los demás acompañantes eran medianías de la clasificación, solo se salvaba la mítica desde entonces Silvia.

Para el que no conozca los San Juanes es imposible explicárselo, y eso mismo le paso aquel año a Wanchope, ya que los horarios eran tan extraños que nunca sabia donde realizar el cambio de tercio entre cerveza a ron.

Así pasó los dos primeros días de las fiestas, disfrutando como el incansable fiestero que es, liándola en ámbitos bodegueros enormes, pero sin comprender aun lo que sucedía a su alrededor. Hasta que llegó el tercer día, el viernes de toros.

Wanchope hasta entonces oía esa denominación y se iba encaminado a las mediocres jornadas taurinas burgalesas, pero nada tenia que ver. La sorpresa fue mayúscula cuando le despertaron a las 8 de la mañana con un combinado recién hecho bien fresquito.  En aquel viernes de toros entre disfraces Wanchope miraba con mirada de drogadicto y a la vez de niño pequeño todo lo que sucedía, sus ojos se abrían cual piernas de mozas de pueblo intentando que nada se escapase a su mirada. Todo era nuevo, toda era fiesta alucinante, todo lo vivía con un fervor de niñez.

Como os hemos explicado en más de una ocasión, quien no haya vivido el viernes de toros de San Juan no puede entenderlo.

Pese a ser el novato de la expedición, pronto Wanchope cogió el timón de las operaciones y empezó a crear la histeria entre las menores con su botella de ron. El mañaneo fue estelar, pero ya había acabado junto con la primera corrida de toros del día (pronto llegarían las demás corridas).

El calor San Juanero siempre es latente, por lo que Wanchope fue a buscar una fuente con la que calmar su sed. Por el camino una dulce moza soriana le ofreció rellenar una botella de agua en su casa, a lo que por supuesto nuestro protagonista accedió. En la casa y ante la sorpresa de Wanchope, la chica se lanzo a besarle con pasión. Y después de la aparición del Usain Bolt del sexo rencarnado en Wanchope y de robarla una cerveza, el nº1 desapareció de su casa.

Eran ya las 3 de la tarde y el cansancio bodeguero unido al enorme calor hizo que fuese la hora de echarse una siesta, y no eligió mejor lugar que el portal de la casa de su bella amante. Allí cayeron sus parpados durante media hora, cuando fue despertado. ¿Quién diablos se atrevía a cortar los ronquidos de Wanchope?

Pues si, era la misma fémina a la que se acababa de malwebar, y que no entendia porque habia dejado a ese pobre vagabundo entrar  en su “casa”.

Como el ron se había acabado llegó el momento de comprar más, para ello se unió a unos nuevo drogolegas que accedieron a llevarle a un supermercado, pues ellos también tenían que hacer la compra.
Wanchope en los aledaños de la plaza.
Con ellos compró y acabó entrando en una casa de viejos millonarios puteros de la que por supuesto pronto fue expulsado. 

Aun así fue con sus nuevos drogolegas a los toros de la tarde, cargados con un barril de 50 litros en el que había entrado ron, vino, vozka, mandarinas, naranjas, limones y hielos…. Todo conformaba una esplendida mezcla que hizo perder la noción a Wanchope.

La noche, su última noche ese año en Soria siguió los mismos niveles, con un sinfín de historias con menores. Al día siguiente era el momento de volver a Burgos, que se encontraba en plenos San Pedros, y solo el hecho de la enorme diferencia de fiestas llenaba de lágrimas los ojos de Wanchope.

Gloriosos San Juanes, gloriosa Soria. Aquel fue un amor y una comunión con la fiesta que Wanchope nunca olvidará y que sigue latente como el primer día. Solo el que haya visitado esas fiestas lo entiende. Y solo el hecho de que reste nada más una semana para volver allí hace que nuestro corazón se altere.

SORIA QUE LINDA ERES.






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